Su monitorización tiene como objetivos documentar la presencia de sueño, identificar sus fases, detectar los “arousals” o despertares transitorios que suelen poner fin a las apneas e hipoapneas y que dan lugar a fragmentación del sueño, con la consiguiente hipersomnoloencia diurna. La identificación de las fases del sueño (los 4 estadios del sueño no REM y el sueño REM) basa su importancia en que durante el sueño REM los trastornos respiratorios suelen ser más frecuentes e intensos.
El EEG permite identificar la presencia de sueño, así como clasificar los estadios 1, 2, 3 y 4 de sueño no REM. Para el estudio de los trastornos respiratorios durante el sueño se recomienda la derivación 3/A2, es decir, un electrodo en posición central izquierda con la referencia en otro electrodo indiferente colocado en la apófisis mastoidea contralateral (A2). Como opción puede emplearse la derivación C4/A2 u O2/A1) puede facilitar la detección de “aurousals”, ya que las ondas altas suelen identificarse así con mayor claridad.
El EOG es necesario para documentar los movimientos oculares rápidos característicos de la fase REM. Su registro suele llevarse a cabo con dos electrodos, uno en el borde ocular derecho (ROC) y otro en el izquierdo (LOC), uno de ellos colocado 1 cm. por encima de la horizontal y el otro 1 cm. por debajo, para poder detectar tanto los movimientos verticales de los ojos como los horizontales.
El EMG submentoniano permite observar la disminución del tono muscular propia de la fase REM, así como su aumento (con frecuencia asociado a movimientos) durante los “aurousals”. Suelen colocarse tres electrodos en la barbilla, aunque el registro se hace sólo con dos dé ellos (el tercero es de reserva).